lunes

EL HUESPED DEL SEVILLANO "FIEL ESPADA TRIUNFADORA"

EL HUESPED DEL SEVILLANO 

Estrenada el 3 de diciembre de 1926 en el Teatro Apolo de Madrid En la imperial ciudad de Toledo, y a principios del siglo XVII, Juan Luis, un joven pintor de la corte, tiene el encargo del rey para que pinte una Virgen Inmaculada con destino al Real Oratorio. El artista espera encontrar en Toledo la modelo que le sirva para realizar su obra. Conoce a Raquel, mujer de belleza extraordinaria e hija de maese Andrés Munestein e inmediatamente queda prendado de su belleza: es la mujer que busca para su cuadro. El conde don Diego, aprovechando la salida de la joven Raquel de su casa, camino de la iglesia, la hace su prisionera, llevándosela al Mesón del Sevillano, en espera de la ocasión para sacarla de la ciudad. El rapto de Raquel llena de indignación a Juan Luis, que está enamorado de ella. Constancica, moza del mesón, pone al corriente a Rodrigo, criado de Juan Luis, de todo lo que sabe respecto a la situación de Raquel: don Diego y sus secuaces preparan la fuga, huirán de la ciudad llevándose a su víctima. 

La llegada al mesón de un fraile encargado de transportar en una acémila varios hábitos con destino a su convento, le da la idea a Rodrigo de robar uno y disfrazarse de religioso para no despertar sospechas... La figura de Miguel de Cervantes está presente en el mesón como huésped. Confunde a Constancica con una gran señora disfrazada de fregona, y al darse cuenta de su error, surge en su mente la idea de escribir, como así lo hizo, su novela ejemplar. El pobre Rodrigo es descubierto por el conde y sus hombres, quienes se disponen a apalearle. Es en este momento cuando la justicia llama a la puerta del mesón. Los bandidos se ven descubiertos, y es Rodrigo quien les promete salvarles si le indultan del apaleamiento. Ellos acceden y Rodrigo les hace que se disfracen también de frailes. Así lo hacen, y cuando penetran los corchetes en el mesón, se encuentran con los cinco religiosos, falsos por supuesto, que se disponen a mortificarse como es costumbre en ellos, según indica Rodrigo, quien, cogiendo un vergajo, va atizando vergajazos a uno y otro aventurero, incluido don Diego, hasta hacerles ver las estrellas. Cuando ya se ha cansado de pegar, la entrada de Juan Luis hace ver toda la verdad a los representantes de la ley, que se llevan detenidos a los malhechores. Raquel y Juan Luis ya no se separarán jamás. 

El pintor hará su obra más completa: pintará el cuadro que el monarca le encargó, pondrá todo su arte al servicio de los deseos reales... y se quedará con la modelo para siempre. El huésped del mesón del Sevillano observa y capta la felicidad de unos y otros y su mente comienza a trabajar: se está incubando una de las más grandes obras literarias que escribiera el Príncipe de los ingenios. 

LETRA DE LA ROMANZA 

¡Fiel espada triunfadora, que ahora brillas en mi mano y otros hombres y otras lides ya la gloria conoció; ya venero la nobleza de tu acero toledano, que del Tajo entre las aguas reciamente se templó. ¡Brilla, tizona de fino acero, igual que un claro rayo de luna! ¡Brilla, tizona, que a tu luz quiero hallar la senda de mi fortuna! Sé en las lides como rayo que no cede ni perdona, hiere siempre que le asistan el derecho y la razón. Maese, Capitán y Corregidor. ¡Brilla, tizona de fino acero, igual que un claro rayo de luna! Juan Luis. ¡Brilla, tizona, que a tu luz quiero hallar la senda de mi fortuna!

domingo

EL PUÑAO DE ROSAS "DUO DE ROSARIO Y PEPE"

La acción comienza en un rellano pintoresco de la sierra de Córdoba, donde junto a una fuente aparecen sentadas un grupo de mozas. Rosario tiende su mano a una gitana que le está diciendo la buenaventura, a su izquierda su prima Carmen con el cántaro apoyado en la cadera atenta por igual a los comentarios de las mozas y a las profecías de la gitana, la cual predice a Rosario que dos hombres están enamorados de ella, y que habrá un disgusto si no lo remedia Dios, pero que no se apure, porque un marqués muy rico y prendado de su hermosura, vendrá por ella. Las mozas se ríen, diciéndole que Tarugo será el marqués. Juan, padre de Rosario, le dice a Carmen que se alegra que se burlen de Rosario, a ver si con sus burlas le arrancan el cariño de ese bruto, que es el bestia más bestia que ha dado la tierra, al que está dispuesto a echar del cortijo por aquello de «ojos que no ven...» y le dice a su sobrina que llene el cántaro que ha venido el señorito, que últimamente anda mucho por el Cortijo. 

El señor Juan encuentra a Tarugo y a su hermano José Antonio juntos, circunstancia propicia para decirle lo que hace tiempo desea: que su hija es su orgullo y aunque no la guarde para príncipes ni reyes, menos para un salvaje como él. Le amenaza con echarle de cabeza por el barranco si vuelve a mirar a Rosario. Esta sale del cortijo viendo la tristeza de Tarugo le dice que si puede hacerle un favor. «¿Uno sólo»? pregunta Tarugo. Rosario le dice que va a venir el señorito con unos amigos y quiere estar guapa, motivo por el cual le pide un puñao de rosas. Como es mayo y los rosales no han brotado todavía, ella quiere ver como se las compone para encontrarlas y traérselas. 

Mientras Tarugo sale a cumplir su encargo, Rosario reflexiona que es una herejía lo que está haciendo con Tarugo, ya que todo el mundo cree que le quiere, pero de quien ella está enamorada en realidad es del «señorito Pepe», quien solamente la desea en plan de aventura. Regresa Tarugo con su manojo de rosas. Pregunta Rosario de dónde las ha cogido, a lo cual él responde que se las ha cogido a la Virgen. Tarugo va a pedirle a Rosario una rosa después de haberla llevado en el pelo, y al avanzar hacia ella ve llegar al señorito Pepe. Se esconde entre la maleza para que no le vean y oye como Pepe y Rosario se declaran su amor. 

El señorito le pide que se vaya con él aquella noche a Córdoba: Rosario le responde que lo pensará. Cuando ella desaparece, él se burla cínicamente diciendo que estará con ella un mes en Córdoba, otro en Sevilla y después para Tarugo. El señor Juan descubre llorando a Rosario. Cree que es por culpa de Tarugo y lo hecha del Cortijo, pero él jura que aunque Rosario no será para él, nadie se la va a llevar de su casa. Llega la hora de la cita y aparece el señorito Pepe. Tarugo está entre los árboles esperándole con su escopeta. Le sale al encuentro y le dice que si quiere de verdad a Rosario que se la pida a su padre. Si así lo hace, él mismo se la llevará hasta el altar, pero si no se la pide, que se marche a Córdoba. 

Forcejean los dos hombres, logrando Tarugo quitarle la escopeta al señorito Pepe, amenazándole con matarlo si no se marcha. El señor Juan ha descubierto que su hija no está en el Cortijo y sale buscándola desesperado. Es entonces cuando Tarugo entrega a Rosario a su padre y ella le pide perdón. Tarugo va hacia la ventana donde estaba «el puñao de rosas» y lo coge, el señor Juan le pregunta que a dónde va, y él le contesta que a devolver las flores a la Virgen.

 

miércoles

EL ULTIMO ROMANTICO "BELLA ENAMORADA"

Música: Reveriano Soutullo y Juan Vert Letra: José Tellaeche En el vídeo, la interpretación de Plácido Domingo de la romanza de Enrique, "Bella enamorada" 

La historia comienza en un café de Madrid, en 1872, donde suelen reunirse grupos de jóvenes a discutir de política, y preparar conspiraciones que nunca ponen en marcha. Uno de ellos es Enrique de Gorbea, que acude junto a sus amigos, presumiendo de sus amores con una modistilla llamada Encarnación, aunque su amigo Pepe sabe que, de quien está enamorado es de su primera novia, Aurora, casada contra su voluntad con el conde de Téllez-Girón. Mientras se encuentran en el café, oyen disparos lejanos; el camarero del café, Tomás, acude rápidamente a informarse, y les cuenta que se trata de un intento de asesinato contra el rey. 

Poco después llegan dos agentes de policía al café, para detener a Enrique, al que consideran responsable del atentado; pero Aurora le protege, y les pide que lo dejen a su cargo. Al día siguiente, Enrique huye a Francia. Varios años más tarde, Enrique regresa a Madrid, al conocer que Aurora ha enviudado; al entrar en un café se encuentra por casualidad con Encarnación, quien se ha casado finalmente con Tomás. Ella le ayuda a colarse en el Teatro Real, donde Aurora asiste a un baile de Carnaval; allí le confiesa que ha regresado por ella. Aurora acepta, quedando citados para el día siguiente. Un altercado con un admirador de Aurora, obliga a Enrique a revelar su identidad, pero varios amigos ayudan a la pareja a escapar, huyendo juntos a París.