Zarzuela grande en tres actos. Texto original de MIGUEL RAMOS CARRIÓN y VITAL AZA. Música de RUPERTO CHAPÍ. Estrenada el 10 de diciembre de 1887 en el Teatro de la Zarzuela de Madrid.
El éxito fue delirante, ninguna zarzuela alcanzó tantas representaciones en los últimos años del siglo, ni produjo tantos derechos de autor, si atendemos a lo que dice Salvador Valverde que además señala que el libro de Ramos Carrión lleva su marca zarzuelera hasta el melodramático final del segundo acto, pues el tercero es totalmente cómico y denuncia la mano……..de Vital Aza, a quien Cejador atribuye la paternidad del mentado tercer acto, cuyo secreto no guardó el escritor como lo había prometido. Sagardía también da como segura la autoría del tercer acto por parte de Vital Aza, que, con recursos cómicos, sacó a su amigo Ramos Carrión del atolladero “trágico” en que se había metido. La partitura de Chapí es una pura filigrana que confirmó el genio del músico levantino y reconquistó al público que había desertado de la zarzuela grande. Pedrell destacó en ella el profundo españolismo de Chapí, cuya música se nutre en las raíces de lo popular ibérico, de las que recibe su generosa savia.
La obra comienza con un bello coro de hilanderas que manejan sus ruecas al amor de la lumbre del fogaril, mientras los hombres juegan al mus y le sigue un romance musical de sabor hispano-morisco que canta Rosalía. A los ecos del Islam replica el cristianismo con la campana de las Ánimas, que prepara una oración breve y emotiva. Prosigue la obra con un chispeante dúo cómico entre Tomillo y Rosalía en presencia de la durmiente Magdalena. Luego canta Leonardo el relato de la aparición y tras un cuarteto y el apasionado dúo de Leonardo y Blanca “Así, así te quiero yo”, llega uno de los momentos culminantes el pasacalle y la jota universalmente conocida “No extrañéis, no, que se escapen” que representa respecto a la jota navarra lo que la jota de LA DOLORES significa para la jota aragonesa. En el segundo acto el coro de aldeanas es un número de irreprochable factura popular, donde se conjuga el gracejo, la ternura y la delicadeza que culmina “En lo robusto sale a su madre, pero los ojos son de su padre”. Otra página musical de plena viveza y colorido es la partida de pelota que nos lleva a la famosa romanza “Todo está igual” que canta Leonardo, luego al trabajado concertante en que destaca un precioso zortzico y a otro dúo de Leonardo y la bruja, desenvolviéndose el final del acto en un clima melodramático de creciente tensión. Sin embargo el tercer acto representa un vuelco hacia la zarzuela cómica, con las escenas militares de la ciudadela de Pamplona, el vibrante brindis de Leonardo, el alegre rataplán, la complicada trama final en que intervienen “celestiales” coros de novicias, la graciosa y bien construida escena del falso exorcista y el terceto de las brujas.
Acto I: Una casa típica del Valle del Roncal, propiedad de Leonardo, hombre joven y fuerte, gran cazador. Este vive en compañía de Magdalena, su madrastra, y de Rosalía, hermanastra del joven. Tomillo, mozo pastor y bonachón, comenta aquella noche, en la cocina de la casa ante un nutrido auditorio de mozos que juegan al mus, entre los que se cuenta el cura, y mozas que hilan la rueca, que aquella misma tarde, ya de anochecida, ha visto una bruja. Ya se habla en el pueblo hace tiempo de su presencia, pero hasta ahora, nadie la vio. Tomillo da detalles de ella y hasta cuenta, entre las protestas del cura, que censura tal creencia contraria a la religión, que por ayudarla a vadear una charca, le dio un doblón, que muestra a los presentes. Unos creen y otros dudan, pero todos están atemorizados. Tomillo bebe los vientos por Rosalía, y la moza le corresponde. Pero su madre, Magdalena, se opone a las relaciones porque el mozo es pobre. La desesperación del pastor cada día que pasa va en aumento, así como el odio hacia lo que podía ser su suegra. Rosalía y su madre se retiran a descansar, y Tomillo queda en espera de Leonardo, que aquella noche se retrasa más de la cuenta en su regreso de la diaria excursión por el monte. La llegada de Leonardo sirve a Tomillo para desahogarse contándole sus penas. Le relata lo que le ocurrió con la bruja y le confiesa que le es simpática, aunque le cause mucho respeto. Leonardo también conoce a la bruja, pero hace mucho tiempo. Se puede decir que son amigos y que le protege. El sabe la manera de hacer que acuda en su ayuda cuando la necesite: tocando tres veces seguidas su cuerno de caza. Leonardo está triste porque se ha enamorado de una mujer bellísima, a la que vio una sola vez y por un instante, bañándose en las aguas del río junto al bosque. Intentó perseguirla, pero perdió su pista para siempre. Ahora la busca día a día, con desesperación, pero inútilmente. La bruja le aconsejó que tenga paciencia y no pierda la esperanza, que esa mujer llegará a ser su esposa. El tiene fe y espera, aunque con la tristeza de no poder contemplarla. Tomillo no ceja en buscar solución a su problema amoroso. Magdalena le ha dicho que si fuera capaz de reunir cien doblones, llegaría a ser el esposo de Rosalía. Y él piensa que, quizás la bruja... y como lo piensa lo hace. Toma el cuerno de caza de Leonardo y hace las tres llamadas, antes de que éste pueda impedirlo. Al instante aparece la bruja, que enterada de la necesidad de Tomillo, le entrega una bolsa con más dinero del que necesita. El mozo y Rosalía, que salió poco antes de despedir a Tomillo, dan las gracias a su bienhechora, despidiéndose de ella agradecidos. Al quedar solos, la bruja hace a Leonardo la confesión de que es ella misma la mujer que él vio un día bañándose en el río. Es ella como fue, no como es ahora. Ante la estupefacción del joven, la bruja le cuenta su historia. Era una mujer muy bella. Una corte de numerosos admiradores solicitaba su mano con insistencia. Ella no quiso a ninguno; y ellos, despechados, se unieron para vengarse de su desprecio. Solicitaron la ayuda de un hechicero, y consiguieron de él que hiciera de la bella joven una vieja tan horrible y con tantos años como la que tiene delante. De corazón joven, los años cubren su hermosura interior. Sólo hay una forma y una pequeña esperanza de que algún día pueda volver a ser lo que fue: Cuando encuentre a un hombre capaz de los mayores sacrificios para conseguir honores y riquezas que ofrecerla, unido a un noble cariño. Leonardo sabe que ese hombre debe ser él, y hace su promesa a la bruja de que cumplirá lo exigido para conseguir su rehabilitación. Al día siguiente, Leonardo parte hacia Italia a luchar con los Tercios españoles en busca de gloria y fama para ofrecer a la mujer que ama tanto.
Acto II: Han pasado los años. De Leonardo no se han vuelto a tener noticias en el pueblo. Le dieron por muerto, le lloraron y casi le han olvidado ya. Rosalía y Tomillo se casaron. Tienen tres hijos preciosos, y la abuela Magdalena es feliz con sus nietecillos. El marido de Rosalía ha prosperado, dejó de ser pastor y ahora es dueño de un molino. La suegra le quiere y él es feliz en su matrimonio. Se están celebrando las fiestas del pueblo, donde no faltan los célebres partidos de pelota entre navarros y vizcaínos. Leonardo, por fin, ha vuelto. Entra en el pueblo solo y en silencio: nadie lo ve llegar en principio. Vuelve cubierto de gloria y es Capitán de los Tercios españoles. Consiguió la victoria y se la viene a ofrecer a la mujer que ama: a la bruja. El primero que se encuentra con Leonardo es Tomillo, que no quiere creer lo que ven sus ojos. Luego es Rosalía, con gran sorpresa, la que celebra de veras volverle a ver. Leonardo ruega a los dos que no denuncien su presencia en el pueblo. Quiere presentarse ante la bruja para ofrecerla su triunfo, y que recobre su verdadera personalidad. Corre hacia el castillo donde vive ella, con la esperanza en el corazón. Es sólo unos momentos más tarde cuando se presenta en el pueblo el Inquisidor, seguido de sus esbirros. Trae la misión de apresar a la bruja, de quien tanto se habla por toda la comarca. Todos los vecinos, incluido el cura, temen por ella. No hay uno solo que no tenga que estarle agradecido por lo caritativa que es. Hace la caridad en la sombra, sin ser vista; pero todos saben que es ella quien les socorre siempre que lo necesitan. El Inquisidor pide que algunos mozos le acompañen a él y a su gente hasta el castillo. Todos obedecen atemorizados y le siguen. Leonardo hace rato que llegó al castillo. El toque de su cuerno hace que las puertas se abran, dando paso a la bruja. Celebra el triunfo de su amado, y su corazón joven late con fuerza de alegría. Tomillo y Rosalía llegan jadeantes. Vienen a prevenir a los enamorados de que el Inquisidor y su gente están llegando al castillo para detener a la bruja. Leonardo se dispone a defenderla con sus armas, pero ella prefiere defenderse por sí misma. Vuelve al interior del castillo y cierra las puertas. Leonardo. Rosalía y Tomillo se esconden. Llegan el Inquisidor y la gente que le acompaña. Una fuerte llamada a la puerta de la fortaleza queda en principio sin respuesta. Breve espera, las puertas se abren y, ante ellas aparece una bellísima joven, la misma que un día viera Leonardo. Ante el Inquisidor y los presentes, la joven da a conocer su verdadera personalidad. Se llama Blanca de Acevedo, hija del dueño del castillo. Su padre murió en el destierro, y ella quedó huérfana y sola. Quiso volver a su patria sin que nadie advirtiera su presencia y vivir apartada de todo. Creó el misterio a su alrededor a propio intento y con ese fin; pero siempre pendiente de hacer el bien a todo el que pudiera necesitarlo. Ella quiso probar el cariño de Leonardo y es feliz porque triunfaron los dos. Está dispuesta a seguir al Santo Oficio, y no permite que el Capitán la defienda, porque sabe que no pecó. Se entrega, y parten todos hacia donde han de juzgarla por el delito de hechicería. Leonardo sufre otra vez la pena de la separación, aunque otra vez vuelve a él la esperanza, porque sabe que Blanca le espera.
Acto III: Ha pasado algún tiempo. Blanca ha sido juzgada y condenada a internamiento perpetuo en un convento, en Pamplona, precisamente al lado donde se encuentra el cuartel de Leonardo. Este comienza a trabajar la manera de rescatar a Blanca. Con la ayuda de Tomillo, Rosalía y Magdalena y valiéndose del fanatismo que reina dentro del convento, donde no ven más que brujas por todas partes desde que llegó a él Blanca. Leonardo logra sacarla de allí, haciéndoles ver a las monjitas que fueron las propias brujas, hermanas de la que allí tenían, las que se han llevado a la pobre Blanca. Y aún la superiora del convento da las gracias al valeroso Capitán Leonardo, cuando va a comunicarla que ya nunca más volverán las brujas al convento. El rey hechizado ha muerto y Felipe V comienza a reinar.
Índice de escenas
Obra en tres actos, con los siguientes números musicales,
Acto I: 1. Preludio, coro de hilanderas y bebedores (Mujeres y hombres) “Al amor de la lumbre que nos presta calor”, escena (El cura, Rosalía, Magdalena y Tomillo) “Basta ya de vino y juego y dejad la rueca luego” y cuento (Rosalía y coro) “Pues señor este era un rey, un rey moro de Granada”. 2. El toque de queda “La triste queda ya sonó, con Dios quedad”. 3. Terceto cómico (Rosalía, Magdalena y Tomillo) “Chito que ya mi madre da cabezadas”. 4. Canción “Noche oscura que me amedrentas”. 5. Relato de la aparición (Leonardo y Tomillo) “En una noche plácida del ardoroso estío”. 6. Cuarteto (Blanca, Leonardo, Rosalía y Tomillo) “¡Oh, ya está aquí! 7. Dúo (Blanca y Leonardo) “Así, así te quiero yo”. 8. Pasacalle (Tomillo, Magdalena y Leonardo) “Señá Magdalena, venid por acá” y Jota (Leonardo y coro) “No extrañéis no, que se escapen”.
Acto II: 9. Coro general “Hoy todos celebran la Virgen de Agosto”, escena y raconto (Tomillo y coro) “Allí viene Tomillo”, escena y coro (Aldeanas, Magdalena, Rosalía y Tomillo) “Ya presentó a la Virgen la madre cariñosa”. 10. Número de pelotaris (Coro, Tomillo y Rosalía) “En la plaza ya la gente grita”. 11. Romanza (Leonardo) “Todo está igual, parece que fue ayer”. 12. Escena y zortzico (Inquisidor, Coro, Tomillo y Rosalía) “Al cabo los del pueblo salieron vencedores….Seguid seguir bailando….Siempre mi mozo lleva el compás”. 13. Dúo (Leonardo, Blanca) “¡Por fin llegué! ¡No hay nadie! 14. Final del acto II (Tomillo, Rosalía, Blanca y Leonardo) “Ese rumor, silencio. Alguien se acerca” (Inquisidor, Leonardo, Tomillo, Rosalía y Blanca) “¡Ah, del castillo!”.
Acto III: 15. Brindis (Leonardo) “En tanto que la guerra nos deja descansar”.16.Rataplán (coro) “Retírase el soldado al toque de retreta”. 17. Coro de novicias (Profesas y novicias) “Et ne nos inducas in tentationem”. 18. Dúo con coro (Leonardo, La Superiora, Tomillo y Blanca) “Aquí está ya el padre exorcizador”. 19. Romanza (Blanca) “Inquieto late el pecho mío”. 20. Terceto de las brujas (novicias, Rosalía, Tomillo y Magdalena) “¡La campana ha sonado! ¿Qué pasará? 21. Final: orquesta.
Personajes
Blanca: La Bruja. Soprano.
Rosalía: Enamorada de Tomillo. Soprano.
Magdalena: Madre de Rosalía. Soprano.
Leonardo: Enamorado de Blanca. Tenor.
Tomillo: Pastor, enamorado de Rosalía. Tenor.
El inquisidor: Bajo
El cura: Bajo
Madre Superiora: Soprano.
JOTA DE LA BRUJA/PEDRO LAVIRGEN
DUO DE LEONARDO Y BLANCA/NANCY FABIOLA
JOTA DE LA BRUJA/JOSE CARRERAS
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