Doña Francisquita, estrenada en el Apolo de Madrid el 17 de octubre de 1923, parte de un libreto castizo de Federico Romero y Guillermo Fernández Shaw, basado en La discreta enamorada de Lope de Vega. Sobre el escenario se narran situaciones de amor y enredo articuladas desde una visión optimista donde el ímpetu de los jóvenes se impone a las exigencias de los viejos. El argumento se inicia con Fernando y Cardona, dos estudiantes que acuden a la boda de su amigo Vicente con el fin de reponer fuerzas y saciar su hambre. Fernando cree estar enamorado de Aurora, la Beltrana, una madrileña de rompe y rasga que coquetea con los hombres, pero sin comprometerse con ninguno. Doña Francisquita, hija de Doña Francisca, está enamorada secretamente de Fernando, y pretende que éste se fije en ella. Sin embargo, es Don Matías, padre de Fernando, quien pide la mano de Francisquita. Ella acepta y urde un plan para conquistar a Fernando. Francisquita genera una serie de situaciones equívocas y enredos para conseguir que Fernando se dé cuenta de que está enamorado de ella. Al final, lo consigue. Ambos personajes confiesan públicamente su relación y piden perdón a sus padres por haberlos engañado.
Escucha mi bien…Me gustas mujer: (Aurora y Fernando)
AURORA ¡Escúchame! FERNANDO No puedo escucharte; Calla, déjame. AURORA ¡Ah! Escucha, Fernando: no vayas con ella, que si me abandonas ¡que va a ser de mí! FERNANDO ¡No me grites así! AURORA Lo que he de decirte se dice muy bajo; Lo siento en el fondo de mi corazón. FERNANDO ¡Gentil canción! AURORA Bien sabes tú que tengo el alma por tu querer atormentada. FERNANDO No te reirás de que lo amigo. AURORA ¡Lo juro yo por estas cruces! FERNANDO Por ti, mujer, no he de sufrir, ni he de volver a padecer por tu querer. No se fingir; no puede ser. AURORA No se si tú me quieres. FERNANDO ¡Bah! AURORA Tampoco se si tú me olvidas. FERNANDO ¿Yo? AURORA Lo que yo se es que vivo cuando tú me miras; y en cambio muero si tú no quieres verme. ¡Sí! ¡Con lo que yo te quiero! FERNANDO ¡Bien sabes tú que te quería con el afán de hacerte mía! AURORA Fernando, ven, que todavía será tu amor y tu alegría. ¡Si estoy leyendo en tus ojos que tu vereda es la mía! FERNANDO No puede ser. Aquel amor mío murió y siento el ansia de otro querer. AURORA ¡No! Escucha, mi bien; tú no debes tratar a tu nena ¡mi vida!, con ese desdén. No digas que no; tú no puedes querer a ninguna ¡mi vida! Queriéndote yo. Te quiero besar... Y mis ojos, temblando en los tuyos, ¡mi vida! Se quiere mirar. FERNANDO No sigas, Aurora. ¡te acuerdas ahora de hacerme dichoso! AURORA ¡Ven, celoso! FERNANDO ¡No lo creas! AURORA Pues, entonces, ¿por qué me aperreas? FERNANDO Me gustas, mujer, cuando pleegas los labios y dices, ¡mi vida! Buscando un querer. ¡Que hermosa que estás! Ya comprendo por qué a tantos hombres, ¡mi vida! Los llevas detrás. Cuando tantos sedientos por ti bebe los vientos, no se diga que estás penando por otro, que es uno más. AURORA Te quieres burlar, mal hombre, de mí. Te juro que sí, te vas a acordar. Porque a la Aurora Beltrán no la puede morder ningún alacrán. FERNANDO Me dices a mí que es burla el desdén. Tú sabes muy bien de quien lo aprenderá. Y de Fernando Soler no se puede reír ninguna mujer. AURORA ¡Te tendrás que acordar! FERNANDO No te enfades mujer. Deja el tiempo correr, Deja el tiempo correr.
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